Japón es un archipiélago constituido por unas cuatro mil islas, situadas a los largo de una falla geológica frente a la costa este de Asia continental. En ellas, una sucesión de ciudades sorprende a los viajeros. Todas modernas y excepcionalmente avanzadas. Un extranjero bien podría pensar que está ante las puertas del futuro... y algo así es lo que sucede en las gran urben de Japón.
Kyoto es una ciudad construida por la historia, de esencia única, que regala a cada paso algunas maravillas en forma de templo. Se encuentra a un poco más de quinientos kilómetros de la capital nipona, Tokyo, que desplazó a Kyoto en 1868. Su emplazamiento es privilegiado y fue elegido con cuidado, según las estrictas normas del feng sui. Se encuentra en una llanura inclinada al sur, parapetado entre montañas que le protegen de los malos espíritus y atravesado de norte a sur por el río Kamo. Nada es casual en Japón.
La historia de Kyoto comienza hacia el siglo VIII, en el momento en que un monje budista decidió fundar allí un templo consagrado a la adoración de Buda.
Centro de la civilización japonesa durante casi un milenio, ha conservado muchas tradiciones de tiempos antiguos. Fue fundada en el 794, siguiendo el modelo de las ciudades chinas, y se convirtió casi inmediatamente en la capital permanente del imperio. En un intento por revitalizar el sistema ritsuryo de administración centralizada y eludir de esta manera la influencia de los grandes monasterios Nara, el emperador Kammu trasladó la sede de gobierno a Heian-kyo, siendo capital hasta el siglo XIX, con una única interrupción de seis meses en 1180, durante los cuales Taira no Kiyomori se estableció en Fukuhara-kyo. A partir del siglo XI pasó a conocérsela con el nombre de Kyoto y, desde el XIV, pasó a ser teatro de continuos conflictos, quedando casi reducida a la miseria hacia mediados del siglo XVI. En 1569 Oda Nabunaga decidió la restauración de los edificios públicos y la reconstrucción del palacio imperial, destruido anteriormente por un incendio. Su sucesor, Hideyoshi, continuó la obra, abriéndose una segunda etapa de esplendor en la ciudad, que fue capital de la nación hasta la Restauración Meiji, en 1868, en que la sede imperial se trasladó a Edo (actual Tokio). Sin embargo, continuó siendo la capital moral del país, el centro cultural y artístico más notable y el lugar donde los emperadores eran coronados. A finales del siglo XIX tuvo un renacimiento económico unido, fundamentalmente, a la industria y producción de objetos de arte, como tejidos, estampados de seda y fabricación de objetos en porcelana. En la actualidad, el turismo es una de las bases económicas de la ciudad, ya que miles de turistas al año viajan a Kyoto para ver los antiguos monumentos, museos y templos dedicados al culto budista y sintoísta.
Heian (que significa "capital de la calma y la paz" y también se la conoce como la "Florencia de Oriente") fue concebida al modo de la capital de China; partiendo del gran recinto administrativo y del palacio interior, emplazado al norte, la ciudad se desarrollaba siguiendo un esquema de manzanas (bo), divididas cada una de ellas en 16 unidades (cho) y delimitadas por avenidas que corrían en dirección norte-sur y calles que cruzaban la ciudad de este a oeste. El emperador Kammu limitó el número de templos dentro del perímetro urbano, de los cuales Toji, situado al este, se convirtió en un importante núcleo de budismo Shingon. Desde el punto de vista arquitectónico, llama la atención el Palacio imperial; construido, originariamente, en el 794. El que se ve actualmente es la reconstrucción llevada a cabo en 1855, que destaca por los bellos jardines que lo rodean. Otros lugares importantes de la ciudad son el castillo de Nijo-jo, primera residencia del Shogun Tokugawa, el templo Kinkaku-ji y el Ginkakuji, el palacio Katsura, el templo Daigoji o el templo Byodoin, son algunos de los más importantes edificios de la ciudad. En las afueras, se sitúa el complejo religioso de Daitokuji, formado por gran cantidad de templos y jardines. Se dice que es posible visitar un templo distinto cada día, durante 10 años, sin llegar a conocerlos todos. Unos son shinto, la religión original del archipiélago, animista y exaltadora de la Naturaleza y, los otros, budistas.
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